En la carta a los inversores de 2013, Warren Buffett da una serie de consejos para inversores inexpertos que me parecen muy interesantes.
Warren Buffett tiene una manera de escribir clara y muy divertida y además suele ilustrar sus “lecciones” con experiencias que él ha vivido durante sus más de 65 años como inversor (ten en cuenta que compró su primera acción con tan sólo 12 años).
Ya me gustaría a mí ser capaz de escribir como Warren Buffett, pero aun así voy a intentar plasmar aquí lo más interesante de esta carta a los inversores.
De todas formas, si entiendes bien el inglés, te recomiendo que te la leas tú mismo (y de paso todas las demás, ya que gran parte de la sabiduría de Warren Buffett está contenida en estas cartas).
Al final este artículo tienes las 7 lecciones que puedes sacar de las enseñanzas de Warren Buffett, pero antes lee estas 2 historias reales.
2 ejemplos que ilustran Cómo Debes Invertir
Cómo ejemplo, Warren Buffett nos cuenta 2 historias reales acerca de un par de inversiones que realizó hace muchos años y cómo fue su razonamiento para estimar que iban a ser buenas inversiones en el futuro.
¡ATENCIÓN, estas enseñanzas del mejor inversor de todos los tiempos valen su peso en oro!
Compra de una granja en Nebraska
La primera historia que nos cuenta Warren Buffett empieza en Nebraska.
Entre los años 1973 y 1981, el medio oeste americano experimenta una burbuja en los precios de las granjas, causada probablemente por la creencia generalizada de que se avecinaba un periodo de alta inflación y alimentada por la relajación de pequeños bancos rurales a la hora de conceder préstamos.
Cuando la burbuja estalla finalmente, bajadas en los precios del 50% o más dejan en la ruina a los granjeros endeudados y a los bancos que les habían prestado el dinero.
Quebraron en esta crisis cinco veces más bancos en Iowa y en Nebraska que en la crisis de 2008.
En 1986, Warren Buffett compró una granja de 400 acres (unas 160 hectáreas) localizada 50 millas al norte de Omaha.
Pagó por ella 280.000 dólares, bastante menos que la hipoteca que el banco fallido había otorgado sobre esa granja unos años antes.
Warren no sabía nada sobre granjas, pero su hijo sí, y aprendió de él cuántos kilos de maíz y de soja podía producir esa granja y qué costes operativos podía tener.
A partir de estas estimaciones Warren calculó que podía sacar en torno a un 10% anual sobre el dinero invertido.
También pensó que era bastante probable que la productividad de la granja mejorara con el tiempo y que el precio del grano subiría también. Ambas estimaciones fueron acertadas.
Warren no necesitó una inteligencia fuera de lo común o un conocimiento especial para concluir que la inversión tenía poco riesgo y que el potencial de revalorización era considerable.
Seguro que habría algún año decepcionante, con mala producción o bajos precios del grano, pero ¿acaso importa? También habría años excepcionalmente buenos y él no iba a tener nunca prisa o necesidad para vender.
Después de 28 años la granja ha triplicado sus beneficios y vale 5 veces más que lo que pagó por ella. Warren sigue sin saber nada de granjas y recientemente visitó la suya por segunda vez.
Compra de un edificio cerca de la Universidad de Nueva York
En 1993, Warren hizo otra pequeña (para él) inversión.
Un amigo le comentó sobre un edificio que estaban vendiendo al lado de la Universidad de Nueva York (NYU).
De nuevo, una burbuja había estallado (en este caso afectaba al precio de los locales comerciales) y se había creado una especie de “banco malo” encargado de vender las propiedades de entidades fallidas, parecidas a nuestras cajas de ahorro, que habían propiciado el exceso concediendo prestamos alegremente.
Aquí también el análisis era simple.
Al igual que con la granja, la rentabilidad actual de la inversión rondaba el 10%.
Además, la propiedad no estaba bien gestionada por el banco malo y era muy probable que los beneficios subieran cuando se alquilaran los locales del edificio que estaban vacíos en ese momento.
Todavía más relevante era el hecho de que el inquilino más importante, que ocupaba alrededor de un 20% de espacio disponible, estaba pagando un alquiler de 5 dólares por pie cuadrado de superficie cuando otros inquilinos pagaban una media de 70 dólares.
Estaba claro que cuando expirara ese contrato de alquiler después de 9 años iba a haber un incremento enorme en los beneficios. La localización del edificio era también muy buena, al fin y al cabo la NYU seguiría estando allí.
Warren se juntó con un pequeño grupo de amigos y compraron el edificio.
Uno de esos amigos tenía experiencia en inversiones inmobiliarias y sería, junto con su familia, el encargado de gestionar la propiedad.
Cuando los alquilares antiguos expiraron las ganancias se triplicaron.
Actualmente la rentabilidad anual sobre el dinero inicialmente invertido es del 35%.
Además, la hipoteca original se refinanció en 1996 y otra vez en 1999 lo que permitió unas distribuciones especiales de más del 150% del dinero invertido. Warren Buffet nunca ha visitado el edificio.
Las rentas sobre la granja y el edificio de la NYU muy probablemente se incrementarán en los años venideros. Aunque las ganancias no serán enormes, las dos propiedades serán solidas inversiones para toda la vida y para los hijos y nietos de Warren Buffett.
Las 7 lecciones de Warren Buffett
Warren nos cuenta estas dos historias para ilustrar estos fundamentos sobre inversión:
- No necesitas ser un experto para conseguir buenas rentabilidades sobre tu inversión. Si no eres un experto, debes reconocer tus limitaciones y actuar cuando tengas la certeza de que las cosas van a salir razonablemente bien. No te compliques y haz las cosas de manera sencilla. Cuando te prometan dinero rápido responde con un rápido “no”.
- Céntrate en la rentabilidad a futuro del activo que estés considerando. Si no te sientes cómodo haciendo una estimación aproximada de las ganancias en el futuro de ese activo, olvídalo y mira otra cosa. Nadie tiene la capacidad de evaluar todas las posibilidades futuras de una inversión, pero la bola de cristal no es necesaria. Lo único que necesitas entender bien lo que estás haciendo.
- Si te centras en lo que puede subir o bajar el precio de lo que compras, estás especulando. No hay nada malo en ello. Sin embargo, Warren se considera incapaz de especular con éxito y duda de aquellos que aseguran ganar de manera consistente haciéndolo. El hecho de que un activo cualquiera se haya apreciado recientemente NUNCA es una razón para comprarlo.
- No mires todos los días el precio de tus inversiones. Con sus dos “pequeñas” inversiones, Warren se fijó únicamente en lo que podían producir y jamás se ha preocupado de si los precios subían o bajaban. Si puedes disfrutar el sábado y el domingo sin ver el precio de tus acciones, prueba a hacerlo también entre semana.
- Formarse opiniones sobre la macroeconomía o escuchar las predicciones de otros sobre los mercados es una pérdida de tiempo. De hecho, es peligroso porque te distrae de los hechos que son realmente importantes.
- No escuches a los “expertos”. Las dos inversiones de Warren Buffett se hicieron en 1986 y en 1993. Lo que la economía, los tipos de interés o la bolsa pudiera hacer en los siguientes años (1987 y 1994) no tuvo ninguna importancia a la hora de hacer la inversión. Da igual lo que digan los “expertos” o la prensa o los telediarios, el maíz seguiría creciendo en Nebraska y los estudiantes seguirían acudiendo a la Universidad de Nueva York.
- Céntrate en el largo plazo. Las buenas inversiones te llenan de dinero en el largo plazo. En el corto plazo los precios pueden fluctuar, pero si tu razonamiento es correcto y está hecho con cabeza ganarás mucho dinero con el paso de los años. Fíjate que las inversiones de las que habla Warren Buffett las hizo hace décadas y con la intención de no venderlas nunca.